Vivir la sexualidad desde el cuerpo
¿Conocemos sexualmente nuestro cuerpo? ¿Sabemos, por ejemplo, que el clítoris es un órgano con miles de terminaciones nerviosas y que su función es exclusivamente brindarle placer a la mujer? ¿O que los pezones son una de las zonas más erógenas de los hombres?
La información es fundamental si queremos disfrutar una sexualidad saludable, positiva, presente y divertida. Ésta es una de las afirmaciones que hago y es parte de todo el concepto ontológico: a mayor conocimiento y distinciones mayor empoderamiento sexual.
Partamos de la idea de que la conducta sexual solamente es instintiva en el animal. En cambio en el ser humano a de ser aprendida en muchos aspectos, en la teoría y en la práctica. La conducta sexual humana siempre es susceptible de ser mejorada y ese desarrollo depende tanto del aprendizaje como del bienestar que sienta la persona.
Saber acerca de lo teórico, leer, informarse, preguntar, nos permite entender lo que va pasando a lo largo de la vida con nuestro cuerpo y los cambios que éste va atravesando. A nivel físico es un territorio fascinante digno de ser conocido y explorado. El auto conocimiento, en este sentido, es imprescindible. Somos nosotros quienes mejor podemos determinar cuáles son nuestras zonas más sensibles y lo que más nos gusta – o disgusta- sexualmente hablando. Aprender a honrar nuestro cuerpo y a expresar lo que deseamos nos abre la puerta al placer sin juicios, miedos o inseguridades.
Parto de la idea de que no podemos amar lo que no conocemos y experimentamos con todo nuestro ser. En la medida que nos conozcamos a través de nuestro propio cuerpo más cerca estaremos de ser fuertes y libres.
Somos seres sexuados desde el mismo instante de la fecundación y ese mismo momento está cargado de energía sexual, por lo que la sexualidad fue, es y será parte de nosotros en un continuo infinito. Sin embargo, la importancia, calidad e intensidad que la sexualidad juega en nuestras vidas varía de acuerdo a la edad, el género, la cultura, el nivel social, la religión.
Otro aspecto fundamental cuando abordamos el tema del cuerpo es la respuesta sexual. La forma en que un organismo responde a la excitación sexual es similar, pero existen diferencias claras entre hombres y mujeres. También entre los mismos hombres así como entre las mujeres hay formas particulares de reaccionar frente a este estímulo. Existen preferencias y gustos personales: a unos les gusta ver, otros prefieren los ojos cerrados; ciertas personas hablan o emiten sonidos mientras que hay otras que prefieren el silencio. Los videos y juguetes pueden ser elementos útiles para ciertas parejas pero otras solo quieren el contacto corporal.
La sexualidad es la puerta de entrada al conocimiento de sí mismo y del otro, y la cópula o coito puede ser una de las formas más completas de comunicación.
En el arte de amar, Erich Fromm, uno de mis autores preferidos, plantea que el amor no es esencialmente una relación con una persona especifica sino más bien “una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de orientación de una persona con el mundo como totalidad, no con un objeto amoroso”
Esta afirmación nos libera y responsabiliza al mismo tiempo ya que nos lleva a entender que el amor es más una facultad, una actitud, que la relación misma con el objeto, con el otro. Nos libera de escoger y encontrar necesariamente el objeto adecuado, perfecto, único, la media naranja, la otra mitad, para responsabilizarnos y amarnos a nosotros mismos, a todo nuestro ser y en particular a nuestro cuerpo.
Nosotros como objetos de nuestro sentimiento, aceptación, respeto. Como dice Fromm: mi propia persona debe ser un objeto de mi amor al igual que lo es la otra persona.
Vivamos la experiencia sexual desde el cuerpo con la certeza de que todo en nuestro ser está conectado.
Aprender a honrarlo, conocerlo y expresar lo que deseamos nos abre la puerta al placer sin juicios, culpas ni miedos. A mayor conciencia corporal podremos ser y hacer a partir de la abundancia y no desde la carencia