Tantra: aproximación del sexo con lo sagrado.

A pesar de los actuales progresos cada vez más grandes, rápidos e inminentes a nuestro alrededor, hemos descuidado mucho el aspecto propiamente humano de nuestra comunión individual, e incluso colectiva, con el espacio de lo divino. A menudo olvidamos que nuestra humanidad es puente y medio para la conexión con el ámbito de lo sagrado. Las civilizaciones antiguas, especialmente aquellas paganas, concebían la sexualidad como un puente entre lo humano y lo divino. Es importante rescatar estas nociones, comprendiendo que la relación del sexo con lo sagrado no se refiere exclusivamente a lo religioso. Sagrado es todo aquello que nos invita a perseguir un propósito elevado al entrar en contacto con nuestra espiritualidad, y esto podemos lograrlo incluso mediante nuestros deseos si aprendemos a llenar de espiritualidad la sexualidad.
Incluso si hemos enfrentado los prejuicios y convenciones rígidas que reprimían nuestros deseos, estamos tan sobreexpuestos al sexo que nos olvidamos deliberadamente de su componente sagrado, tan esencial como fundamento de nuestra fortaleza energética. La propuesta de Sexontológico es abogar por el rescate de la sexualidad con un trasfondo espiritual y energético; sin por ello irrespetar las formas individuales con las cuales cada persona disfruta su sexualidad, desde lo carnal hasta lo emocional. La intención es recordar que la fusión entre dos almas a través del sexo puede constituir una experiencia trascendente. Frente a ello, existen valiosas alternativas para trabajar esta fortaleza energética en consonancia con el resto, siempre y cuando estemos dispuestos a concebir el sexo como un medio para establecer una conexión profunda entre nuestras distintas fortalezas.
Lo ideal es abrirse a una sexualidad que vaya más allá de lo carnal e incluya las demás fortalezas. Al respecto, todavía sobreviven algunas prácticas asociadas a antiguas filosofías espirituales que promueven el fortalecimiento de la sexualidad desde un enfoque espiritual entre las cuales se encuentra el tao, el kamasutra y el sexo tántrico. En otras oportunidades se ha escrito en Sexontológico sobre el significado del sexo tántrico y como podemos aprovechar su práctica para expandir la experiencia de nuestra sexualidad, de manera que el cuerpo físico se convierta en un instrumento de búsqueda espiritual que facilite una conexión trascendental.
Un encuentro sexual representa un intercambio de energía con otro ser humano. En ese sentido, el tantra puede llegar a ser una herramienta muy útil para hacer de esta conexión un ejercicio consciente y responsable para trabajar en nuestras fortalezas y vincularnos con otros en distintos niveles desde la sexualidad. Según lo expuesto por Ferrara, el tantra funciona como una filosofía y una práctica cuyo objetivo es conectar con la espiritualidad a través de la energía sexual, entendiendo el sexo tántrico como un “laboratorio energético de emociones, sensaciones e impulsos” para la expansión de la consciencia.
En el sexo tántrico es importante tener un pleno dominio de nuestra consciencia. Para ello, es importante conocer nuestros deseos y aceptarlos, comprendiendo que el sexo no necesariamente satisface exclusivamente al cuerpo. En ese sentido, Ferrara señala que el sexo entre dos personas es el resultado de la vibración y atracción entre dos energías que consiguen una conexión profunda capaz de crear un campo magnético que contiene a los amantes. El sexo tántrico se enfoca en la posibilidad de satisfacer todos los deseos sin descuidar el objetivo de alcanzar una conexión íntima con lo divino porque nuestro destino máximo es reconectarnos con la fuente creadora y universal de la cual provenimos. La clave del tantra para lograrlo es el ritmo entre los amantes, motivados conscientemente en la búsqueda de alcanzar una recarga energética, distribuyendo la energía entre los cuerpos sin desgastarla.
Uno de los componentes más valiosos del sexo tántrico como filosofía es que su intención no es prohibir ni contradecir ninguna práctica o gusto asociada a la sexualidad, sino todo lo contrario. Sin importar la orientación sexual entre los amantes, en el tantra lo que se busca es que estos alcancen un estado vibratorio elevado para que cuando se conecten a través de la comunión de sus cuerpos, y la dosificación consciente de la energía, ocurra algo dentro del sexo en el aspecto espiritual. Allí donde el sexo es vibración y frecuencia de la energía, como se entiende un proceso eléctrico e incluso electromagnético, entonces el amor puede ser entendido como un “estado de clarividencia”. El sexo tántrico concibe la energía como una fuerza para iluminar no solo a los amantes y su amor, sino para comprender conscientemente porque el sexo es una fuente de vida y sanación, un poder gracias al cual podríamos entrar en contacto con lo sagrado y elevarnos espiritualmente.
Lo sagrado en el sexo no implica una forma ceremoniosa de concebir el ejercicio de lo sexual. En un terreno sin restricciones, la plenitud sexual que busca el tantra incluye el disfrute y las sonrisas, pero también el autoconocimiento y la libertad. El sexo tántrico respeta los deseos tanto como los aviva y promueve, porque concibe esos mismos deseos como un combustible útil para alcanzar otros propósitos además de la satisfacción inmediata. La concepción de lo sagrado se nos escapa en un mundo materialista, pero forma parte de nosotros incluso cuando no nos damos cuenta. El trabajo a nivel sexontológico es tomar consciencia de ese componente sagrado del sexo desde un punto de vista ideal, y promover el equilibrio entre nuestras fortalezas para elevarnos desde lo físico hasta lo energético. El sexo tántrico y otros legados de la antigüedad funcionan como puntos de partida útiles que nos recuerdan lo que ya intuimos, revelando un camino que conscientemente podremos alcanzar si decidimos concentrarnos en el ejercicio de una sexualidad positiva e incluso sanadora apoyada en el trabajo de nuestra fortaleza energética. El sexo sagrado puede ser entendido entonces como aquel donde el fuego no representa solo al incendio de la pasión, que consume pronto a los cuerpos, sino principalmente la llama cálida del amor que provee alimentación y refugio para nutrir el alma.