¿Somos realmente monógamos por naturaleza?

La pareja en los tiempos de la no-monogamia.
Definamos pareja:
La pareja es la unidad tradicional del amor y el sexo. Culturalmente apuntamos hacia el objetivo de estar con otra persona y establecer algún tipo de relación, ya sea un encuentro sexual o una relación que aspira consolidarse en el tiempo.
¿Qué esperamos, en general, de nuestra relación de pareja?
Nos emparejamos con alguien para conformar una relación romántica o sexual. Es algo que deseamos y hasta cierto punto lo consideramos necesario. Para muchos es un objetivo de vida conseguir finalmente a alguien con quien formar una familia o simplemente compartir una vida.
Al respecto, las leyes y tradiciones culturales propiamente occidentales no conceden espacios para que la poligamia prospere como institución. Frente a ello, la monogamia es prácticamente una norma tácita aceptada y promovida universalmente gracias al consenso de los que formamos parte de una sociedad inscrita en la cultura occidental.
Sin embargo… ¿es ésta la única norma válida para conformar pareja en la que podemos basar nuestras relaciones?
En muchos sentidos, según las convenciones sociales, creemos en la pareja como una institución que responde a expectativas de permanencia. Por lo tanto, todo período no contemplado dentro de lo que se entiende como una relación de pareja se considera como periodos de transición.
Para muchos, la soltería es vista como una tregua entre una relación de pareja anterior y la siguiente hasta que finalmente “sentemos cabeza” con una pareja “definitiva.
Una pareja “definitiva” asume la fidelidad como una regla incuestionable. Cualquier falta a esta regla representa una fractura importante para la relación.
La monogamia se sostiene en el ideal de tener una pareja única para toda la vida. Incluso en el sexo casual y sin intereses la seducción y el cortejo se reproducen o se simulan los ritos propios de la monogamia. Por su parte, cualquier alternativa a la monogamia viene a estar representada por actividades con cierto carácter censurable (tríos, relaciones abiertas, intercambios de pareja), en el mejor de los casos, o prohibidas (orgías, bigamia).
Monogamia versus Poligamia
La dicotomía entre monogamia y poligamia no deja de inspirar debates culturales, especialmente hoy en día que comienza a evaluarse con recelo las convenciones tradicionales en torno a la pareja. Ambas palabras compartes la raíz latina “gamos” que se refiere a unión. La monogamia refiere la unión con uno (del latín “mono”), mientras que la poligamia se refiere a la unión de “varios” (del latín “poli”).
¿La monogamia y la poligamia se desarrollan por determinantes culturales?
La monogamia es la base de la familia nuclear (sobre todo en la cultura occidental), por lo cual las relaciones de pareja monógamas son inmediatamente legitimadas por las leyes, las creencias religiosas y la formación moral.
En contraposición a la sociedad occidental, la cultura árabe tiene un espacio socialmente aceptable para la poligamia, aunque finalmente solo es posible para los hombres; quienes se pueden casar con más de una mujer. Por lo tanto, este tipo de “poligamia” legítima se corresponde con un modelo sesgado que no concibe ni respeta el deseo femenino u orientaciones sexuales distintas a la heterosexual y que solo gratifica los deseos masculinos.
¿Somos realmente monógamos por naturaleza?
A medida que enfrentamos prejuicios y abogamos por una sexualidad más libre y abierta, también se cuestiona la validez de la pareja monógama como única alternativa aceptable. Muchas cosas han cambiado a lo largo del tiempo, mientras otras regresan a una forma original que ha sido olvidada.
¿Qué demuestran los estudios científicos?
La monogamia como parámetro social de las relaciones de pareja no siempre estuvo acoplada con naturalidad a la forma en que nos relacionamos romántica y sexualmente como seres humanos. Estudios hechos por antropólogos del Instituto Max Planck en Alemania y otros realizados en la Universidad de Waterloo, comprobaron que la monogamia surgió para cubrir una necesidad de adaptación y supervivencia, porque los primeros hombres y mujeres prehistóricos fueron esencialmente polígamos.
El hombre de las cavernas no poseía los prejuicios ni mucho menos participaba de los ideales del amor romántico. Cazaban y recolectaban en grupo, y también se apareaban con distintas parejas. No obstante, estro trajo como consecuencia mayores enfermedades y sobreproblación. El único sistema útil para minimizar estos problemas fueron las relaciones monógamas. Esos mismos estudios demostraron que una vez aceptada la monogamia aquellos que no se adaptaban a ella eran presionados para que escogieran una sola pareja. De este modo nació la monogamia como un recurso útil para la procreación y la convivencia humana. Seguidamente las nociones del amor romántico contribuyeron a fortalecer la idea de la pareja monógama como base de las expectativas amorosas. La exclusividad y la fidelidad son cualidades atractivas que esperamos de nuestras relaciones porque gracias a eso nos sentimos importantes en la vida de otros.
No obstante, ¿quebrantar el pacto de la monogamia es perjudicial para una relación? Si existe un interés mutuo en probar experiencias distintas, ¿por qué no intentarlo?
Actualmente parece mucho más sencillo que una relación se identifique como “pareja abierta”.
En qué consiste una relacion de pareja abierta?
Es un tipo de relación de pareja en la cual ambas partes han aceptado dentro de sus acuerdos la posibilidad de estar sexualmente (o incluso románticamente) con otras personas, sin que por ello la presencia de “terceros” represente un conflicto para la relación. A su vez, esto posibilita otro tipo de situaciones en las cuales se desmitifica la fidelidad y los celos como componentes necesarios de una relación.
Una “pareja abierta” tiene sus propias reglas y se someten a ellas por decisiones mutuas, ya sea que decidan compartir simultáneamente relaciones sexuales con otras personas o tener concesión para intimar con otros individualmente. Dentro de esas posibles experiencias para las relaciones de pareja abierta existen muchas alternativas populares como las relaciones poliamorosas o actividades de intercambio de parejas, mejor conocido como “swingers”.
Desde un punto de vista sexontológico en este tipo de prácticas y relaciones se aboga por la claridad y la transparencia en la comunicación, de la misma manera que se espera que ocurra con las parejas monógamas o tradicionales. Los involucrados en relaciones no-monógamas reconocen una verdad común de como definen su relación y se comprometen a cumplir ese contrato, porque se supone que ambos quieren en igual medida ese tipo de relación que han decidido tener. El consenso es el cimiento de toda relación y en los casos de las relaciones abiertas hay que tener cuidado de que este consenso no se tome a la ligera por el hecho de sentirse al margen de los “prejuicios” o “acondicionamientos culturales” inherentes a la monogamia. Mientras que todas las partes estén de acuerdo, la negociación sea franca, las acciones se mantengan coherentes con el ser, sin mentiras de por medio, en ese sentido no existen restricciones contra la libertad de ejercer la sexualidad “abierta” dentro de la relación.