El sexo también es una cuestión mental
El Ser no se conoce a través de la mente. El Ser es algo que se vive, que se experimenta. La idea de las conversaciones internas – es decir, con uno mismo- y de las externas – con los otros- es aprender a crear lo que en coaching se llaman “conversaciones potentes”. Esas conversaciones nos van a servir para construir la conciencia sobre las ideas, pensamientos, supuestos y hasta la visión del mundo que cada quien tiene. Para ello es importante practicar lo que se conoce en sexontología como la “práctica de suspensión”. Es la que permite que tomemos conciencia de nuestras conversaciones tanto internas como externas para finalmente diseñar y crear nuestra propia vida.
Cada vez que entablamos una conversación con alguien hay tres tipos de conversación rondando al mismo tiempo: una pública que se establece con el otro y dos internas en cada uno de los que están hablando. Como dijo Mark Twain: “Siempre estoy en conversación y a veces otras personas participan”.
En este punto hay que destacar la importancia de los “actos lingüísticos”, a través de los cuales construimos nuestra realidad. Así, entendemos el lenguaje como una herramienta de creación.
Hay una gran cantidad de ellos. Algunos son las afirmaciones, evaluaciones, declaraciones, peticiones, ofrecimientos, promesas. En este artículo me referiré sólo a dos de ellos:
Declaraciones: Creamos la realidad a través de ellas. Son las más creativas del lenguaje. Generan nuevas posibilidades de acción y resultados, no dependen del mundo existente y producen un nuevo contexto. No describen, crean. No necesitan evidencia y eso las hace fáciles de elaborar. Pero de tanto decirlas pueden convertirse en creencia (“no sé nada de sexo”). Abren o inician algo, cierran o concluyen, resuelven o evalúan (“a partir de hoy somos novios”, “eres buen amante”). Otras determinan la relación con los demás, con el mundo y con nosotros mismos (“el sexo es malo”).
Cada día podemos declarar qué se queda en el pasado y qué vamos a esculpir para el futuro a través de las declaraciones.
Peticiones: Pedir es un arte que se aprende. A quién pedimos y la manera de hacerlo nos permite crear y conquistar. A veces lo hacemos a la persona equivocada o pedimos algo que realmente no deseamos ni necesitamos.
Una adecuada petición debe tener los siguientes elementos: Compromiso del que habla, del que escucha, futuras acciones a desarrollar, acuerdos en el tiempo y contexto.
A continuación algunos ejemplos de peticiones. Mal formulada: “¿Quieres tener algo conmigo”? Bien formulada: “¿Quieres ser mi pareja”? O ¿Quisieras estar conmigo pero sin ningún tipo de compromiso u obligaciones de pareja?”. Otro ejemplo de petición mal formulada: “¿Me harías cariños antes de estar juntos?”. Bien formulada: “quisiera que nos besemos y acariciemos con suficiente tiempo antes de iniciar el coito”(o palabra que se use para señalarlo).
Ante una petición es bueno saber que pueden ocurrir tres cosas: Un sí, un no o que toque negociar. Si partimos de esta premisa, no pretenderemos los sí como regla, y podremos contactar con nuestros verdaderos deseos y los del otro.
Aparte de estos actos lingüísticos también son importantes, cuando nos referimos al terreno de la mente, lo relativo a los “no auténticos”. El conocimiento de los límites personales o colectivos es una necesidad para cualquier persona. Los límites claros, honestos con nosotros mismos y con los otros llevan a la persona a sentirse y relacionarse sobre un piso seguro. Una vez que ese aspecto se ha explorado y vivenciado se desarrolla más fácilmente la habilidad para decir no auténticos en nuestra sexualidad y vida. Un no auténtico nace de los propios límites y busca coherencia en el ser. Se expone claramente, sin necesidad de justificación rebuscada, a sabiendas que algo se puede ganar o perder con el otro, pero manteniendo la armonía y tranquilidad internas.
Todo lo anteriormente expuesto aplica en el terreno de la sexualidad. Tiene que ver con el pensamiento, con el lenguaje y con la forma de expresar lo que sentimos y deseamos.
No exagero entonces al afirmar que, gran parte de la sexualidad y de la respuesta sexual, están en la cabeza. Lo que pasa por el cerebro influye enormemente en tu placer y satisfacción sexual. No creas que el deseo viene dado de una vez por todas. Hay que cultivarlo, alimentarlo y mantenerlo. Una de las mejores maneras de conseguirlo es a través del pensamiento, las fantasías y de la comunicación. Pensar el sexo y conversar sobre sexo puede ser un gran afrodisíaco.