Perdonar para poder agradecer
Perdonar a aquellos que fallecieron pareciera cosa de Dios. Pero cuando un hermano se va el mismo día que cumples 16 años y deja un inmenso vacío lleno de interrogantes y desconsuelo, por lo que el perdón se convierte en uno de los caminos para encontrar la paz espiritual y con ella el agradecimiento y la felicidad.
Confieso que por mucho tiempo sentí dolor y rabia porque él se había ido mientras celebraba mi día. Confieso que su partida cambió nuestra realidad familiar, quitó sonrisas, arrancó mi idea de la permanencia de la vida como un derecho y como era de esperarse, nunca más se celebró mi onomástico. Sin entenderlo lo hacía culpable de lo que había ocurrido; le reprochaba en silencio al tiempo que me sentía egoísta por enfrentarlo en mis pensamientos. Sentía rabia y no dejaba de repetirme: “¿Si yo estoy viva, porqué no me celebran a mí?
Perdonar a alguien que ya no está entre nosotros resulta retador. Muchas veces por memoria selectiva, uno escoge ver en el ser amado que ya no está muchas virtudes y casi ningún defecto; pero mi hermano era realmente bueno, él era especial; muchos aún hoy lo recuerdan pero así; yo seguía reclamando en silencio.
Sentía que al tener la necesidad de perdonar me hacía prepotente y orgullosa. ¿Quién soy yo para perdonar? Desde el orgullo, la rabia, o la victimización no se llega al perdón jamás, no se llega a la liberación.
Pasaron muchos años para tomar una decisión consciente, ver lo ocurrido de manera distinta y entender que curar esa herida era lo único que me permitiría celebrar la vida. Un día reflexionando tuve la intención consciente de perdonarlo, pero no desde la rabia sino desde el amor. Empecé a sentir que su partida no significaba nada contra mí, que las situaciones de la vida ocurren sin explicación aparente, y que cosas tan trágicas como la muerte de una persona amada, son manifestaciones de la vulnerabilidad del ser, y de la vida misma. Solo viendo esa situación desde la aceptación y la humildad fue que pude seguir adelante con optimismo y paz.
Mi hermano me dejó un aprendizaje de vida a mis 16 años, por lo que a diario recuerdo cuan bendecida soy, y lo hermosa que es esta aventura de la vida. Decidí eliminar el papel de víctima que yo misma me había asignado, y comencé a celebrar sin necesidad que otros entendieran lo que pasaba dentro de mí. Cambió mi actitud, y así cambiaron los que me rodeaban.
Perdonar es soltar, es liberar el pensamiento de ataduras del pasado que nos impiden ser feliz en el presente, que al final es lo único que existe y ante lo cual podemos ejercer injerencia. Te invito a perdonar, te invito a soltar aquello que te pueda estar amarrando, suelta las ataduras y Vive la vida que decides vivir.