Fantasías sexuales: Una forma de activar el deseo y mejorar tu sexualidad
Todos tenemos fantasías pero cuando nos referimos específicamente a las de índole sexual suele despertarse una curiosidad particular. En ocasiones el tema es visto con prejuicio, recelo e inclusive como algo negativo.
Las fantasías sexuales son representaciones mentales que se originan en determinados momentos. Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, quien estudió ampliamente el tema, se refería a phantasie para nombrar las fantasías mentales que tienen lugar en el inconsciente mientras que con el de fantasía aludía al tipo de fantasía o imaginación consciente. No necesariamente están destinadas a ejecutarse, pero son tan poderosas que son independientes de la realidad y de su aprobación.
Jean Laplanche y Jean Bertrand Pontalis en 1967 definieron la fantasía como un guión imaginario en el que se haya presente el sujeto y que se relaciona con un deseo inconsciente.
Osadas, creativas, atrevidas o todo lo salvajes que decidamos que sean, las fantasías no son buenas ni malas siempre que la distingamos de la realidad y no se conviertan en algo obsesivo-compulsivo que condicione nuestras conductas y deseos.
Partiendo de la base de que gran parte de nuestra sexualidad empieza o involucra a nuestro cerebro vemos cuan responsables y dueños de la misma somos. Fantasear no implica llevar a cabo lo imaginado y la única que necesita aceptar sus fantasías es la persona misma. Incluso no tiene por que compartirla con nadie y puede guardarla de por vida como un secreto personal e íntimo.
Las fantasías sexuales tienen múltiples beneficios, no tienen consecuencias, aumentan el deseo, intensifican el placer, permiten el autodescubrimiento y son formas de auto equilibrio, ya que con ellas se puede manipular la autoconciencia o concepto de sí mismo También pueden potenciar positivamente la realidad y facilitar el rompimiento de bloqueos ya que la persona es protagonista de lo que quiere ser y cómo lo quiere hacer. De hecho, mientras se fantasea, no intervienen juicios ni expectativas y esto permite al sujeto sentirse más libre y seguro sexualmente pudiendo incluso aumentar su autoestima
Desde el punto de vista ontológico la persona interpreta y da el significado que quiere a lo fantaseado o vivido y puede de esta manera aumentar su propio placer haciendo de todos los elementos de su sexualidad un proceso coherente.
Otro de los beneficios de las fantasías sexuales es que pueden convertirse en un poderoso afrodisíaco. Pensar en sexo activa el deseo sexual. También se desmitifican los límites de la sexualidad pues al ser un proceso mental da cabida a cualquier imagen. Por otro lado facilita el orgasmo así como el hecho sexual, bien sea el coito, la masturbación, la autoexploración, el contacto entre parejas, el contacto corporal o cualquier encuentro de índole sexual que se verá potenciado en placer al sumarle las propias fantasías sexuales y elementos personales en nuestra imaginación.
A pesar de ser extremadamente privadas e íntimas, muchas parejas se hacen de ellas en un juego de roles. Sin embargo compartir fantasías sexuales puede ser riesgoso y es aconsejable sopesarlas, estar al tanto de la manera de pensar del otro y saber qué pudiera o no funcionar al compartirlas.
Te sugiero que aprendas a activar, hacer uso y ampliar tus fantasías sexuales para lograr los beneficios que pueden brindarte. Comienza leyendo sobre sexo y erotismo, mira películas y videos que te estimulen, suscríbete a revistas con contenido e imágenes sexuales, permítete dejar volar tu imaginación, usa tus momentos de ocio para fantasear y activarte en tu sexualidad, explora el arte con trasfondo erótico.
En el terreno de las fantasías sexuales no hay límites de contenidos ni de edad. Recórrelo libremente con creatividad. Y lo más importante: disfruta plenamente la sexualidad que has elegido vivir.