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Afirmaciones sexontológicas
Home›Afirmaciones sexontológicas›Creencias y afirmaciones: herramientas transformadoras

Creencias y afirmaciones: herramientas transformadoras

By Diosce
12 agosto, 2018
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Creer parece un verbo sencillo porque constantemente lo ejercemos, de tal modo que creer y pensar  se relacionan íntimamente. No obstante, pensar implica el acto de reconocer la realidad y racionalizar lo que apreciamos a través de nuestros sentidos. Por su parte, podría decirse que el acto de creer es la manera en que queremos definir la realidad y organizamos nuestros pensamientos en función de un propósito. El hecho de creer nos ayuda a asumir posturas, tomar decisiones y convertir los pensamientos en actos que reflejen nuestro modo de ver el mundo. Creer nos rescata de lo confuso o aleatorio, aunque también determina caminos a seguir en función de aspiraciones. Creemos para darle un sentido a las cosas y distinguir lo que reconocemos como verdadero. Creemos porque queremos crear una vida que sea el reflejo de nuestras más grandes expectativas. Creemos en algo más allá de nuestro entendimiento porque gracias a ello descubrimos el valor de la esperanza.

 

No obstante, las creencias, por si solas, en principio son tan neutras como los pensamientos. Hace falta voluntad de reconocer lo que se cree y actuar en función de ello. Es entonces cuando las creencias motivan los esfuerzos invertidos para alcanzar objetivos, aunque estos parezcan difíciles. Sin embargo, el poder de creer es tan poderoso que también existen creencias que nos limitan, que nos impiden reconocer otras verdades capaces de llevarnos hacia el bienestar o una vida mas coherente con con nuestro presente o ser actual. Tardamos en darnos cuenta del poder que tiene nuestra mente para crear su propia realidad a partir de lo que percibimos y lo que queremos aceptar como parte de esa percepción. Muchas veces subestimamos lo que creemos. O, mejor dicho, resulta “fantástica” la idea de que nuestros pensamientos tienen la capacidad de lograr un impacto en la realidad hasta el punto de modificarla. Es mucho más plausible y posible de lo que parece.

 

Tal como explica el biólogo celular norteaméricano Bruce Lipton en su libro La biología de la creencia, la ciencia occidental se empeña en trazar una línea divisoria entre el cuerpo y la mente. De tal forma lo que ocurre en nuestra mente generalmente se considera una abstracción desligada de los malestares físicos del cuerpo. En igual medida, consideramos como superstición la idea de la mente como una fuente de poder para crear cambios en la realidad. A menudo damos por sentado que aquello que nos rodea es inmutable, o que hay muy pocas cosas que pueden cambiarse a partir de nuestra voluntad. Pero lo cierto es que el alcance y fuerza de esa voluntad dependerá de si nos creemos con la capacidad de sobrepasar límites y saltar obstáculos. La fe nunca es azarosa. Creemos en lo que decidimos, incluso cuando no somos conscientes de ello. Se nos revelan misterios y milagros cuando nos concedemos el permiso de creer, cuando queremos creer. Creer por si solo no basta, pero nos impulsa a actuar de una determinada manera. Finalmente la vida que apreciamos se convierte en un resultado de las creencias que hemos construido en torno a los que nos rodea.

 

A pesar de los progresos en el campo de la psicología, se sigue considerando las creencias como un terreno meramente subjetivo cuya influencia determina comportamientos, actitudes y sentimientos; pero nos cuesta aceptar que poseen el poder de crear una “realidad” distinta a la que nos determina, ni tampoco le damos suficiente crédito a su posible influencia en el cuerpo. No obstante, trabajos como los de Litpon proponen una nueva forma de entender la biología e incluso la medicina. Las investigaciones de Lipton defienden el poder de la mente en cuanto a su capacidad de lograr un efecto en el cuerpo. Según esto existe la posibilidad de curar y transformar el cuerpo haciendo uso de la mente, a través de lo que creemos y afirmamos según lo que aseguramos reconocer. En ese sentido, las creencias jugarían un papel fundamental para canalizar la potencia infinita de los pensamientos. Se podría decir que las creencias canalizan los pensamientos para formar ideas y conceptos que asumimos como verdaderos. Y para hacerlo posible, las creencias prosperan gracias al lenguaje. Las creencias no tendrían ningún efecto si no existiera el poder de la palabra como instrumento para expresarlas.

Ahora bien, ¿qué significa “creer” hoy en día? La idea de creer ya no se asocia únicamente a los templos y a los rezos, porque ahora existe un amplio reconocimiento de filosofías de empoderamiento apoyadas en la idea de que somos los constructores de nuestro propio destino. Cuando hablamos de creencias ya no nos referimos exclusivamente a los cultos religiosos o cualquier forma de fe que tengamos hacia un ser o causa superior. Por supuesto, eso también contribuye a definir lo que creemos.  Desde el pensamiento metafísico hasta la literatura de autoayuda, se ha fortalecido la idea de que las creencias se defienden como una herramienta de control y cambio individual. Según esta forma de concebir el mundo a través de la “creencia” en ti mismo y tus facultades, tienes el poder para lograr lo que te propones. Esto quizá suena arbitrario y subjetivo, pero las investigaciones de Lipton y otras similares nos revelan que hay fundamentos científicos para corroborar el poder de la creencia en cuantos a sus efectos tangibles sobre el cuerpo y la realidad.

 

La mente moviliza energías que sanan y transforman, aunque también dañan y perjudican. Somos responsables del uso que le damos a esa energía y por eso creer es parte de la clave para ejercer ese poder. Las creencias mueven a las culturas hacia su progreso o su ruina. No depende solo de creer o no en deidades que nos asistan, si no nos asistimos a nosotros mismos. Aceptar que creemos en algo divino y sagrado implica que reconocemos esas mismas cualidades dentro de nosotros. E incluso para quienes no creen en Dios, hallan otros medios para creer en sí mismos y en lo que aman. Porque no se trata solo de contemplar el mundo y reconocerlo. Es fundamental creer en  lo que vemos a partir del significado que le damos. Es necesario creer en lo que hacemos gracias a las palabras con que lo nombramos. Es transformador creer en quienes somos mediante las afirmaciones que defiendan el autoreconocimiento de nuestra importancia.

 

El problema de gran parte de la literatura de autoayuda es que se apoya excesivamente en la idea del “pensamiento positivo”, sin considerar las acciones necesarias para que ese pensamiento tenga validez. Por lo tanto, la teoría de que la mente puede movilizar y modificar la energía presente en nuestras células, tal como propone Lipton, no se logra únicamente mediante el “pensamiento positivo”. Es necesario identificar creencias y realizar afirmaciones para consolidar esos pensamientos. Y a su vez, es indispensable actuar en función de esas afirmaciones. El poder de la palabra se compara al de la atracción romántica: se expresa en voz alta un deseo y seguidamente se busca cumplirlo, se declara el amor o la atracción para conseguir una respuesta. En ese sentido el psicólogo Enric Corbera, diplomado en Bio-Neuroemoción, establece en uno de sus textos que describir el entorno no cuenta como creencia.  En cambio expresar lo que se piensa sobre el entorno a través de una afirmación es lo que definiría una creencia. Las creencias vienen a ser entonces sumas de afirmaciones. Cada una de esas afirmaciones conforman y confirman nuestras creencias.

 

Considerando esto, ¿por qué son importantes las afirmaciones? Porque las creencias forman opiniones y convicciones, entre las cuales algunas son posibilitadoras y otras son limitantes. Las creencias se fundamentan en pensamientos que elegimos, o incluso es válido decir que se basan en “verdades” que construimos. Por lo tanto, identificar creencias nos permite combatir aquellas que son limitantes y apoyarnos en las que tengan un efecto positivo en nuestras vidas. No será suficiente con el “pensamiento positivo” para lograr un cambio, si no existe una afirmación hecha con convicción para que la palabra impulse a la mente como detonante. ¿Por qué no construir una verdad conveniente y exitosa? El empresario y orador motivacional T. Harv Eker en su libro Los secretos de la mente millonaria defiende la capacidad de elegir nuestros pensamientos. Para ello debemos entrenar la mente y aprender a “instalar pensamientos autoestimulantes”. Sin embargo, Eker hace una distinción esencial entre el pensamiento positivo y el pensamiento de poder, según la cual los primeros se asumen como verdaderos mientras que los segundos son creencias autoconscientes. Ekvar nos invita a crear una historia que nos ayude. Para lograrlo tenemos que convertir nuestras creencias en declaraciones de poder, el poder de la palabra manifestándose a través de la afirmación.

 

Afirmar viene a ser entonces aprender a contarnos nuestra propia historia, pero también asumir la potestad de re-escribirla. Las afirmaciones requieren palabras justas y precisas que expresen lo que queremos. La afirmación se convierte en una primera acción para movilizar intenciones y voluntades, de la palabra al hecho. Como combustible para la mente, cuando hacemos una afirmación nos recordamos del camino que queremos transitar y el destino al cual pretendemos llegar. Entonces, el uso de las afirmaciones puede extenderse a los distintos ámbitos de nuestra vida; incluyendo los relacionados a las relaciones de pareja y la sexualidad. Por eso en Sexontológico creemos en las afirmaciones y afirmamos nuestras creencias para lograr cambios positivos en la sexualidad, cambios que también repercutan en el beneficio de cada una de las fortalezas físicas, mentales, emocionales y energéticas que nos integran. Y bajo esta concepción El libro de las afirmaciones sexontológicas escrito por Pía Battaglia surge a partir de ese propósito.

 

Efecto y poder de las afirmaciones en El libro de las afirmaciones sexontológicas.

 

En cuanto a su función, las afirmaciones podrían definirse como el instrumento a través del cual se hace una expresión positiva de las creencias a través de una elección consciente de palabras. Cabría decir que las afirmaciones tienden puentes entre las nociones de pensamiento positivo y pensamiento de poder, anteriormente expuestas. Cada afirmación es una expresión de palabras en un sentido positivo, y al mismo tiempo es una declaración de intenciones para reconsiderar nuestras propias narrativas. Las afirmaciones se apoyan en lo que se quiere y se sustentan en lo que se hace a partir de ellas. Las afirmaciones sexontológicas por lo tanto surgen a partir del deseo de contribuir al desarrollo de una sexualidad siempre ligada al crecimiento de otras facetas personales, ya que en la medida que sanamos, apoyamos y fortalecemos la vida sexual por consiguiente también tendremos un impacto positivo en todo lo demás.

 

En sexontológico creemos en las afirmaciones y en los beneficios que traerán para aquellos que las practiquen en su día a día. Las afirmaciones compiladas en  El libro de las afirmaciones sexontológicas funcionan como un modelo a seguir para crear nuestra propia realidad a partir de actos lingüisticos que luego inspiren acciones concretas y participativas con impacto positivo tanto en el sexo como en las relaciones de pareja; así como en los puntos de encuentro que hay entre el sexo y las demás areas de la vida. Estas afirmaciones se concentran en los postulados sexontológicos concentrados en el trabajo e integración equilibrada de las fortalezas físicas, emocionales, mentales y energéticas que nos conforman como individuos. Son afirmaciones para hacernos conscientes de que ejercemos una sexualidad responsable y honesta cuando reconocemos que el sexo no solo se concentra en el cuerpo o los impulsos físicos asociados a la excitación. El sexo es un acto dinámico de placer, entrega, pasión, amor y compromiso con la vida. Su efecto puede llegar a ser transformador tanto individualmente como en pareja. Al hacer uso de las afirmaciones sexontológicas tendremos el poder de tomar el control de la sexualidad y empoderarnos a través de ella.

 

Las afirmaciones sexontológicas se nutren de las ideas desarrolladas en torno a la concepción de las creencias como un mecanismo para crear realidades de cambio. A través de las afirmaciones sexontológicas creemos en el sexo como una manifestación de humanidad donde hay espacio para lo sagrado, y a partir de ello creamos una sexualidad en la cual el placer mundano no contradice la sensibilidad trascendente. La idea del libro es que el lector haga uso de cada una de esas afirmaciones declarando en voz alta las palabras que conforman estas declaraciones. Son sentencias cortas, aunque transparentes en su significado. La intención es que ninguna de esas palabras generen confusión al momento de recitarlas, para que sean asimiladas con naturalidad con “el poder de penetrar nuestro subsconsciente y transformarlo desde la raíz”. Por esta razón, debajo de cada afirmación sexontológica nos encontramos con una explicación relacionada con algún aspecto concreto de la sexualidad y el modo en que esa afirmación particular nos ayuda a trabajar en áreas determinadas.

 

Por supuesto, las afirmaciones sexontológicas han sido escritas para lectores activos dispuestos a ser autores de sus propios actos. El lector enfrentará estas afirmaciones primero como un espectador silencioso que reacciona ante las palabras que se le presentan y seguidamente busca aprender el significado de esas oraciones. Pero quien quiera hacer uso de ellas para incorporarlas en su vida deberá absorber esos significados con el objetivos de aplicarlos con acciones efectivas. Las afirmaciones sexontológicas se adaptan al lector para que suenen como declaraciones personales, dichas en primera persona, que se asumen a medida que se repiten. Algunas afirmaciones serán más útiles que otras dependiendo de lo que cada individuo decida crear como su propia realidad del sexo y de la vida. Se trata de creer en aquellas afirmaciones que te inspiren a sentirte bien con la vida que llevas, pero también de creer en ellas como herramientas para el bienestar sexual e incluso la sanación en aquellos casos en que nos sintamos heridos o derrotados en procesos de relaciones de pareja, traumas asociados al sexo y problemas de carácter íntimo.

 

En total el libro se compone de 96 afirmaciones sexontológicas organizadas en cuatro grupos asociados a los cuatro elementos naturales (fuego, tierra, agua y aire) y dependiendo del elemento que representa cada grupo se trabaja directamente con símbolos que reconocen las diferentes formas de percibir y apreciar el sexo. Sin embargo, las afirmaciones están interconectadas entre sí y no necesariamente exigen que se lean en el orden que han sido escritas. El lector que acuda a ellas buscando ayudarse a sí mismo irá descubriendo como algunas de estas afirmaciones sexontológicas resuenan de una manera distinta respecto a otras conforme a los procesos determinados de su vida. Entretanto, con las afirmaciones sexontológicas accedemos a un sistema de creencias que quizá nos resulte familiar o ajeno dependiendo de la forma en que concebimos y ejercemos el sexo. Independientemente de la visión que tengamos sobre la sexualidad, las afirmaciones sexontológicas abogan por una sexualidad auténtica que combate los prejuicios y limitaciones. Son afirmaciones que promueven creencias posibilitadoras y ayudan a que reconozcamos las creencias limitantes para impedir su efecto negativo. En el fondo de estas afirmaciones hay un reflejo en el cual será fácil reconocerse para aceptarse a través de ellas, o para querer los beneficios que reportan.

 

Evidentemente, la palabra clave sigue siendo “creer”. Las afirmaciones sexontológicas funcionan en la medida en que creamos en ellas. Pero además de creer también debemos pronunciarlas. Estas palabras que conforman las afirmaciones sexontológicas tienen un sonido único y una resonancia íntima, según la cual su combinación en forma de declaración inspiran a tomar una postura frente a la sexualidad y a querer tomar acciones que la respalden. El libro también incluye la posibilidad de que elabores tus propias afirmaciones, porque se trata de un material abierto a las lecturas personalizadas. Si crees y afirmas tus creencias con palabras y acciones, la transformación es una consecuencia palpable. Los beneficios y resultados positivos de las afirmaciones sexontológicas se constatan para los creyentes participativos dispuestos a querer cambios.  En resumen, para Pia Battaglia, las creencias son la suma de afirmaciones dichas repetidamente por otros, vivencias que nos marcaron y de la cual sacamos una conclusión que quedó en cualquiera de los estadios de la psique (consciente subconsciente o inconsciente). La autora de este libro sostiene que las afirmaciones sexontológicas funcionan porque cree en el poder de la palabra.

 

Entretanto, independientemente de lo estables y seguros que nos sintamos con la sexualidad o nuestras relaciones de pareja, la lectura del Libro de las afirmaciones sexontológicas es recomendable para todos aquellos que tengan el interés de reevaluar su sexualidad para aproximarse a los contenidos humanos y sensibles que la conforman. Las elecciones que se hagan a partir de esas lecturas quedan a juicio personal de los lectores, porque como bien hemos expuesto no hay nada arbitrario detrás de las creencias. Tenemos el poder de decidir en que creer y tanto mejor si elegimos esas creencias que fortalezcan la fe en nosotros mismos y nuestras capacidades. Y una vez tomada esa decisión, llega el momento de afirmar y actuar.

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