Aprendiendo con Irma
Ante eventos de la naturaleza como los que nos sometió el Huracán Irma, es mucho los que cada quien puede o no aprender. Yo en lo particular, ya después de haber pasado lo peor quisiera compartirles humildemente mis propios aprendizajes, no queriendo dar lecciones a nadie, sino más bien poniendo de manifiesto algo que quizás pueda serle útil a otro, ante eventos de la naturaleza que son en gran medida inevitables.
La naturaleza, la madre tierra nos contiene; como tales somos sus huéspedes y así deberíamos vivir, honrando y cuidando como se cuida lo que a pesar de sentirlo propio, tiene su propia vida y energía. Mucho tenemos que hacer, pero creo que haríamos más si dejamos de hacer… No contaminemos y busquemos en lo posible vivir en armonía con el medio ambiente, gerenciando la utilización de los recursos naturales no mal gastandolos y co-habitando en armonía y respeto con todos los seres vivos del planeta. Dejemos de maltratar a la madre tierra y tomémonos en serio el ser ecológicos; seamos amables y generosos con el hábitat que nos hospeda. El calentamiento global es un hecho. Tomarlo en serio es la mejor y más inteligente opción.
Uno de mis pensamientos más recurrentes durante toda la etapa pre-huracán fue el de aprender a viajar más ligera. Me pregunté varias veces acerca del apego. Prepararte para lo que viene con un huracán grado 5, incluye momentos en los que debes escoger lo que quieres salvaguardar de tus pertenencias, las cuales por otra parte solo puedes llevar contigo o colocarlas a salvo en espacios limitados. Cuando me tocó decidir, escogí lo que me ataba a mis raíces: fotos, la cámara fotográfica de mi padre, alguna joya que mi madre me regaló, los documentos personales y esos recuerdos que rememoran algún evento importante del pasado. La historia familiar es nuestro piso. Reconocer ese pasado y agradecerlo como un todo permite que cada recuerdo te dé fortaleza para seguir adelante. No te pierdes, aun estando en el cambio o caos, cuando eres capaz de asirte a lo positivo de tu pasado, dando así cabida a lo que viene. Esos objetos, por otra parte, me recordaron que el presente, el aquí y el ahora es lo único que existe. Vivir con ese lema te libera de la tensión de aferrarte a lo que ya no está o programar incansablemente lo que no sabes si será.
En cuanto a las relaciones, también me pregunté quiénes son realmente importantes, y paradójicamente responderé que para mi lo son todos, cada persona que estuvo y está en mi vida. Momentos de incertidumbre como esos que pasamos, solo me hicieron recordar que todas las almas con las que me he relacionado cumplen un papel importante para mi. El amor de cada persona, desde el lugar que estuviera, me acompañó en todos esos días. Ese amor se expande y hace que vivas la infinitud de esa energía que no acaba. Ser empático, amoroso, servicial, colaborador se vuelven conductas que nutren y permiten nutrir a otros. Se siente que, cuando nos interrelacionamos así, somos en realidad parte de un todo. Amas y te dejas amar; cuidas y te dejas cuidar; proteges y te dejas proteger. Somos eslabones de una cadena y nuestros seres queridos son muchos (familia, vecinos, amigos, conocidos), incluyendo nuestras mascotas.
Luchar contra lo inevitable, como siempre, te llevará a perder todas las veces. Después de hacer lo propio en cuanto a prevención y resguardo, la entrega a la situación con confianza es liberadora.
En cuanto a la importancia de la tecnología, a veces pensamos que internet o las redes tienen efectos negativos en muchos de nosotros porque nos aíslan o llevan a crear realidades cibernéticas que puede que no sean tan reales. Pero en días como esos que vivimos, creo que la internet permitió a muchos sentirnos acompañados y además conocer información (la cual como siempre recomiendo que se debe decantar) de todo lo que iba aconteciendo.
Aprender de los niños. Ver a mis ahijados y otros niños jugando a pesar de las condiciones de tensión o resguardo en sitios que no eran sus hogares fue una lección para mi. La permanente curiosidad y ganas de jugar, reír y entablar amistades con otros, fueron para mi un ejemplo. Las circunstancias son las que son, pero la decisión de mantenernos felices es una elección. No dejemos de lado a nuestro niño interior y usemos sus habilidades y características cuando lo necesitemos.
El poder del agradecimiento. Una vez que todo pasó sentí el más profundo agradecimiento por lo que pudo ser y gracias a Dios no fue, y por vivir en un país en el que el pago de impuestos tiene su positiva razón de ser. Estamos vivos y con la vida es que seguiremos adelante a pesar de las circunstancias. Nos vimos en mayor o menor medida afectados, ha podido ser catastrófico. Vivamos cada día recordando esto para que valoremos a cada instante lo que damos por sentado o como un derecho. Muchas cosas que tenemos: propiedades, servicios como la luz, el agua, teléfono, seguridad, etc. podemos dejar de tenerlos de un momento a otro. Cuidado sin embargo, con los pensamientos tóxicos, saboteadores y pesimistas. Ninguno de ellos suma para poder enfrentar este tipo de situaciones. El poder de la oración, meditar, decir afirmaciones positivas pueden por lo contrario sumarnos la tranquilidad que necesitamos en momentos de crisis como la inminente llegada de un huracán.
Desarrollar la capacidad de resiliencia, entendida como la capacidad de adaptarnos a una situación estresante que nos toque vivir, a la vez que seguimos construyendo la propia vida en estado de equilibrio. Este es un tema maravilloso, al que prefiero dedicarle una entrega completa para el próximo artículo que les compartiré. Podríamos pensar en la metáfora del bambú japonés el cual por siete años crece bajo tierra, en sus raíces, haciéndose fuerte, para luego florecer al exterior y volverse inquebrantable. Por lo pronto, pensemos si esa habilidad está o no desarrollada en nosotros, y cómo se relaciona la misma con la vida y nuestra sexualidad.