Adicción a la pornografía: ¿cuándo me debo preocupar?

¿Qué es la adicción?
A menudo la palabra “adicción” se usa a la ligera para referirse a algún tipo de actividad que nos gusta mucho. Sin embargo, hay que tener cuidado de diferenciar los gustos de las adicciones. Cuando buscamos constantemente soluciones y gratificaciones en el consumo de una sustancia o con un hábito obsesivo estamos desarrollando una adicción.
Ser adicto implica la reproducción de patrones de comportamiento dañinos que no pueden ser controlados. Significa depender del deseo incontenible de consumir o practicar aquello que causa la adicción, siendo casi imposible ponerle límites o abstenerse de ello. Si voluntariamente te sientes incapaz de prescindir de algo como una droga o una obsesión, y no concibes la posibilidad de apartarlo de tu vida, con toda seguridad padeces una adicción.
La adicción te despoja de tu voluntad y se transforma en una situación de carácter patológico.
Una adicción no se limita únicamente a la ejecución de actividades para obtener “recompensas” fugaces tras satisfacerse con aquello que la causa. Debe entenderse como algo sobre lo cual no tienes control. Por decirlo de algún modo más coloquial, la adicción es algo que “te quita el sueño” y con lo cual sientes “que no puedes negarte” o sin la cual es “imposible vivir”. Esta genera consecuencias que afectan la calidad de vida y la salud mental del adicto creando una influencia negativa en otros ámbitos (relaciones de pareja y familiares, entornos laborales, actividades diarias).
Donde hay una adicción existe una persona que necesita ayuda psicólogica para superar el hábito perjudicial que lo mantiene sujeto a una relación de dependencia. Una característica común entre las adicciones es que nunca satisface al adicto. Una adicción se fundamenta en una saciedad inagotable. En el sexo también existe el peligro de desarrollar adicciones, ya sea con fijaciones concretas (en forma de parafilias) o con actividades sexuales específicas.
El adicto al sexo ejerce su sexualidad de una manera negativa perjudicando sus relaciones de pareja, y sus rutinas en general, ya que solo piensa en conseguir desahogos a su apetito sexual insaciable. Esta búsqueda constante de satisfacción lo lleva a desarrollar rutinas mecánicas y conductas deshumanizadas que no le ofrecen sosiego: relaciones sexuales donde predomina la promiscuidad, masturbación compulsiva o constante necesidad de consumir pornografía para excitarse.
Para este tipo de adictos el sexo se convierte en una prioridad que interfiere o incluso anula el resto de sus actividades y responsabilidades normales, como reflejo de un vacío interior. Para un adicto al sexo ninguna relación sexual será suficientemente satisfactoria y en muchos casos la pornografía se convierte en el principal y único refugio, como un ámbito privado al margen de los juicios ajenos donde el adicto se aísla del mundo que lo rodea.
¿La pornografía puede convertirse en un problema para el individuo que la consume?
¿O este consumo solo representa un inconveniente desde el punto de vista social? Vivimos en una época en la cual constantemente nos exponemos al consumo de pornografía. Muchos actores y actrices porno son celebridades con millones de seguidores que forman parte de una gran industria que le reporta ganancias a quienes trabajan en ello, mientras que el acceso a material pornográfico no presenta mayores dificultades para los consumidores.
En el plano social, ya no miramos con tanto prejuicio la existencia de la pornografía. Hoy en día las personas admiten abiertamente que la incorporan como parte de su sexualidad; tanto si son solteros o incluso algunas parejas disfrutan ver pornografía juntos. Es difícil entonces hablar de “adicción a la pornografía”, sin por ello sentir que se condena la idea de consumirla.
Consumir pornografía es un entretenimiento válido, si es algo que te gusta. Aunque debes ser consciente de que detrás de la industria de la pornografía hay relaciones de poder basadas en la explotación sexual. Pero también, como en cualquier actividad sexual, este consumo debe ser ejercido con consciencia de lo que se quiere (una forma extra de satisfacción), asumido con responsabilidad en relación a la frecuencia o valor que le das dentro de tu sexualidad (¿es algo que te gusta o es algo que consideras siempre necesario?).
La pornografía ejerce un efecto de fascinación para sus consumidores ya que ofrece estímulos visuales que generan una reacción inmediata, especialmente entre los hombres. Con la pornografía el objetivo no es el erotismo, sino el desahogo inmediato del placer a través de la masturbación gracias a las imágenes sexuales que lo estimulan. La atención del espectador de la pornografía es capturada por imágenes obvias de cuerpos desnudos, actos sexuales y fantasías ideales de perfección y riesgo. La pornografía funciona como una ventana de acceso a lo prohibido, al contemplar situaciones representadas que en muchos casos gratifican la posibilidad de imaginarse en situaciones o prácticas sexuales particulares nunca antes experimentadas.
El consumidor de pornografía se proyecta dentro de esa hiperrealidad sexual, como protagonista de la misma y con el objeto ideal del deseo con el cual desearía estar. Como acto privado, individual e íntimo la pornografía alimenta la idea de “estar en control” dentro de un escenario ideal dominado exclusivamente por el sexo. En algunos casos, dependiendo de la predilección del consumidor, se buscan representaciones extremas de esa sexualidad para formar parte de un secreto que guardan para sí mismos (pornografía según categorías).
En la pornografía no parecen existir límites, y por eso los riesgos de la constante exposición a ella se pasan por alto. Cuando alguien desarrolla una adicción por la pornografía, esa persona buscas más a fondo y con mayor frecuencia esas ventanas de escape, hasta que se convierten en un hábito sin el cual no consigues sentirte estimulado en el ejercicio de tu sexualidad.
Cuando te comprometes con un hábito y lo vuelves regular, tu cerebro se adapta a él para satisfacer ese hábito. La pornografía alimenta la ilusión de que ejerces control sobre esas imágenes que has buscado para satisfacerte. Sin embargo, cuando estas se convierten en la principal o la única forma de desahogo sexual entonces surge una paradoja: es la actividad quien te controla a ti, porque dependes de ella para sentirte bien sexualmente.
¿Cómo darte cuenta de que estás desarrollando una adicción por la pornografía?
Al percatarte de que el estímulo cada vez es más insuficiente y por lo tanto necesitas consumir más material pornográfico del que antes acostumbrabas a disfrutar, con mayor frecuencia e intensidad para alcanzar la satisfacción. Como consecuencia de ello dejas de apreciar el valor humano del sexo y el contacto con otra persona. Pierdes de vista que en el sexo existen recompensas mucho más intensas e importantes que esas imágenes no te darán.
La pornografía en el peor de los casos crea una profunda desconexión con la realidad e incluso con el control de tu propio cuerpo. Como adicto, pierdes habilidades sociales, pero también desarrollas una incapacidad de reaccionar en situaciones sexuales fuera de la pornografía. Todo esto es susceptible de degenerar en problemas de eyaculación precoz, disfunción eréctil y dependencia extrema del uso de imágenes pornográficas para poder excitarte, incluso cuando estás junto a alguien.
¿Cómo superar la adicción por la pornografía?
Para superar la adicción es fundamental que aceptes el problema y no tengas miedo de buscar ayuda. Romper el hábito requiere de herramientas que quizá no seas capaz de desarrollar tu mismo. En cambio una ayuda psicológica o el complemento de coaching sexontólogico te dará el espacio para que hables sobre tu problema y busques soluciones para combatir la adicción.
Si estás dispuesto a recorrer este camino ten en cuenta que tomará tiempo. Revertir el proceso de adicción no sucederá de la noche a la mañana, del mismo modo en que te convertiste adicto por efecto de acumulación y repetición frente a un hábito. No te concentres en la vergüenza y en cambio cuéntale tu problema a alguien dispuesto a orientarte.
La pornografía para la sociedad.
La pornografía representa un problema evidente y cercano, incluso si no la condenamos por completo. Su omnipresencia en el vasto mundo virtual nos confronta con la temible idea de que incrementa conductas de adicción sexual, mientras cada vez proliferan nuevas y mejores tecnologías para consumirla.
Si cada vez más jóvenes y adolescentes a temprana edad se exponen a la pornografía con naturalidad, ¿no estaríamos ante un problema a largo plazo? Por supuesto, la orientación de los padres y la educación sexual juegan un rol fundamental para que las personas comprendan que la sexualidad es algo mucho más grande y humano que una fantasía construida a base de imágenes. Pero hace falta una consciencia activa en la forma en que somos condescendientes o participativos frente a la pornografía como objeto de consumo normalizado. Alimentamos una maquinaria poderosa que ofrece regalos atractivos que nunca son inofensivos en cuanto a sus consecuencias.
¿Es necesaria realmente la pornografía?
¿Es saludable basar tu satisfacción en una irrealidad? Si comenzamos a hacernos esta pregunta más a menudo, desde un lugar honesto y libre de prejuicios, comprenderemos que la pornografía como industria requiere de consumidores pasivos que no cuestionen las bases de su existencia, ni mucho menos duden de su propósito de convertirse en algo “necesario” en tu sexualidad.
La pornografía solo te promete la idea excitante del buen sexo, pero esto es una promesa que puedes cumplir por ti mismo cuando aprendes a apagar la pantalla de tu computador o celular y ejerces una sexualidad enfocada en sentir y vivir tus propias experiencias. Crea la sexualidad que decidas vivir.